Nadie nace aprendido, por lo tanto, es importante errar para poder crecer. Todo ser humano necesita de este proceso para poder construir su propio bienestar emocional y, a la vez, desarrollar diversas capacidades. A menudo, los padres tienden a sobreproteger a los hijos. Esto se debe a la creencia de que, con su intervención, les facilitarán más las cosas y les brindarán mejor calidad de vida. No obstante, dejar que tus hijos se equivoquen es saludable puesto que les permite aprender a dirigirse por sí mismos y resolver diversas situaciones. Si bien es cierto que los padres suelen dudar entre cuándo intervenir y cuándo no, lo mejor que se puede hacer es procurar mantener un equilibrio. Los padres deben ser orientadores, consejeros, un apoyo, no muletas de por vida que inutilicen a los hijos y destruyan su autoestima con el paso del tiempo. Hay que predicar con el ejemploComo con cualquier otro aspecto relacionado con la crianza, es necesario ser conscientes de que como padres, no solo importa lo que se dice, sino también (y aún más) lo que se hace. Por mucho que le digamos a nuestros hijos: "¡Vamos, tú puedes hacerlo!", si luego al final se lo hacemos nosotros, entonces el mensaje indirecto que le estamos dando es: "Tú no sabes", "no eres capaz de hacerlo...", con el correspondiente impacto en su autoestima. Situar al error en su lugar natural es fundamental para que los pequeños no dejen de esforzarse e intentar nuevas cosas aunque se equivoquen. "Cuando tengo niños así, siempre les pregunto a los padres cómo llevan ellos eso de equivocarse, porque los adultos muchas veces no lo llevamos bien, lo tapamos y queremos ser padres perfectos. Pero, precisamente por eso, acabamos teniendo niños estresados", cuenta Amalia Gordóvil, psicóloga familiar del Centro GRAT en Barcelona. "Si yo tengo un hijo al que le cuesta trabajo realizar una cierta actividad, y le digo siempre que es tonto, el hecho de equivocarse lo va a vivir como algo punitivo e inaceptable, porque papá se enoja". Y es que entrenar la tolerancia a la frustración no es algo exclusivo de los niños; hay que ver cómo lo manejan los padres. "Muchas veces, trabajando con ese padre o madre para que pueda gestionarlo de diferente manera, tenemos resultados en los hijos". Otro factor importante es el de tener una visión positiva del intento. "En la medida en que la persona sienta que puede, realizará por sí sola acciones dirigidas a lograr aquello que desea o necesita. Es un proceso de aprendizaje y entrenamiento, en el que también se han de reconocer los éxitos parciales, las aproximaciones a ese objetivo final que se quiere alcanzar, explica Marta Reinoso, doctora en Psicología. AutonomíaPermitir que los niños cometan errores fomenta su autonomía y les enseña a gestionar adecuadamente sus emociones. Se pueden identificar dos tipos de autonomías. Una que tiene que ver con el desarrollo físico: motricidad y capacidad de coordinar. Otro aspecto de la autonomía es la psicológica, que tiene que ver con la expresión de deseos, toma de decisiones y comprensión de las propias acciones. Una investigación de la Asociación Americana de Psicología, que comparaba dos estilos diferentes de crianza: el controlador y el que fomentaba la autonomía del menor. En ella, se observó que, cuando sus madres no estaban presentes, los niños de familias que fomentaban la autonomía se esforzaban por completar la tarea que les habían encomendado, mientras que los menores de entornos controladores se daban rápidamente por vencidos. ¿Cómo empezar a dejar que tus hijos se equivoquen?Se necesita perseverancia Paciencia Metas razonables Diez maneras de conseguir que aprendan de sus erroresLa psicóloga Marilyn Pierce-Mitchell recomienda 10 maneras en las que los adultos pueden ayudar a que niños y adolescentes aprendan de sus errores, en un entorno en el que las alabanzas que reciben se centran en fortalecer su personalidad y conseguir que comprendan sus habilidades internas: 1. Déjale claro que no esperas que sea perfecto. Fuentes: Roots of Action. |
Hablar mal del padre a los hijos es maltrato | Claves para criar niñas más libres