Compártenos
 Si educar es preparar para la vida, una vida que ordinariamente no está exenta de dificultades y que habitualmente hay que esforzarse para alcanzar cualquier objetivo en el ámbito profesional, humano o espiritual, ¿Por qué entonces ese miedo a que los hijos se sientan frustrados cuando les falta algún medio material? Es necesario que los padres enseñen a sus hijos a: Afrontar carencias y asumir riesgos
Afrontar carencias y limitaciones, materiales o humanas; asumir riesgos es necesario para realizar aquello que realmente valga la pena. Tendrán que aprender lo que cuesta ganarse la vida y convivir con personas de diferente condición, raza y lugar e interactuar con ellos para formar una comunidad activa, comprometida y participativa, de modo que lleguemos todos a vivir el sentido de la fraternidad humana. La oportunidad de tomar decisiones y asumir las consecuencias
Un exceso de protección, que aleje al hijo de cualquier contrariedad, le deja indefenso ante el ambiente y contradice radicalmente la verdadera educación. En vez de mantener una actitud proteccionista, es conveniente que los padres faciliten a los hijos la oportunidad de tomar decisiones y asumir sus consecuencias, de modo que puedan resolver sus pequeños problemas con esfuerzo. Hay que tener en cuenta que esa autonomía debe ser proporcional a su capacidad de ejercerla; no tendría sentido dotarles de unos medios económicos o materiales que no saben todavía emplear con prudencia, como por ejemplo no dejarles solos ante el televisor o navegando en internet; como tampoco sería lógico ignorar en qué consisten los videojuegos que tienen. Aprender a renunciar y a esperar
No hay ninguna necesidad de que los hijos posean de todo, ni que lo posean al momento cediendo a sus caprichos. Al contrario, deben aprender a renunciar y a esperar. ¿Te has preguntado cuál será la edad adecuada para regalar una tablet a tu hijo?. Educar en la responsabilidad
El afán por justificar todo lo que hacen los hijos dificulta que se sientan responsables de sus equivocaciones, privándoles de una valoración real de sus actos y, como consecuencia, de una fuente indispensable de conocimiento propio y de experiencia. Se irá formando en ellos un modo irreal de enfrentarse con la vida, cuando en lugar de ayudarles a asumir un bajo rendimiento escolar se ponen a victimizarlos echándole la culpa de todo a los profesores o la escuela. Haciéndoles creer que cualquier fracaso o error es causado desde fuera. Los padres deben alejarse de esta inercia para ayudar a sus hijos a levantar el vuelo. De poco servirá una educación que se limite a resolver las situaciones del momento si olvidan su proyección futura. Se le debe dotar de una autonomía personal necesaria, sin ella quedan a merced de todo tipo de dependencias y adicciones, unas más visibles como el sexo, las drogas; y otras más sútiles pero no por ello menos preocupantes como las procedentes de las ideologías de moda. Autor: P. Rubén Porras Penilla. |
